sábado, 19 de enero de 2013


Despiértame...otro día que hoy estoy cansado

Ayer, tras una larga noche de sueños de pesada digestión, me levanté con la certeza de que pertenezco a la generación más torpe de las que ha pisado este planeta, quizá más torpe que aquella que inventó el Grunge, aunque no mucho más.

Recuerdo que cuando me encontraba inmerso en eso de la infancia, metido de lleno en mi excalectric y mis madelman, y viendo que los americanos habían pisado la Luna, imaginaba que el futuro se presentaba inabarcable y lleno de mejoras y adelantos tecnológicos que conducirían a un mundo lleno de posibilidades y mucho más atractivo, aunque fuese estéticamente. Aún no había leído "Un mundo feliz" de Aldous Huxley ni "1984" de George Orwell. Y ni mucho menos sabía nada del universo obsesivo y futurista de Philip K. Dick, ni se había estrenado la película "Blade Runner". Las distopías quedaban fuera de mi alcance; el lado oscuro de la vida aún no entraba en mi paleta cognitiva de colores, así que lo de desear un mundo más igualitario posiblemente me llegaría más tarde, cuando algún profesor medio curilla o algún currilla medio profesor (el orden de los factores no altera la pederastia) , intentaba convencernos al frente de unos pupitres que el Señor de los Cielos vigilaba nuestras adolescentes  y abundantes pajillas. Nunca me han gustado los voyeurs y menos si nos miran desde tan elevadas alturas.



Años más tarde, cuando se estrenó la película "2001, una odisea en el espacio" me convencí de que, en el milenio que estaba por llegar, la tecnología nos permitiría los vuelos espaciales y que cualquier comodidad imaginable estaría a nuestro alcance.

Y aquí estamos, amigos, ya bien metidos en este nuevo milenio, este milenio en el que a los estadounidenses ya les cuesta convencer al mundo de que alguna vez pisaron la Luna, entre otras cosas porque, además de perder una guerra contra amarillos vietnamitas escondidos bajo las raíces de los árboles y comiendo gusanos, van a tener que abandonar Irak dejándolo como un solar. Nuestro Soma está hecho a base del petróleo elaborado con la caza de brujas de destrucción masiva. Todo para que unos tipos vestidos de Armani pero no otros vestidos con túnicas y turbante, se lleven pingües beneficios cada vez que descuelguas el boquerel del surtidor en una gasolinera.

Mi generación no tuvo que luchar contra un dictador, ni contra un facedor de holocaustos, ni disfrutó del verano del amor, ni vivió las privaciones de una posguarra, ni se ilusionó iniciando una reconstrucción tras un enfrentamiento bélico, ni se vistió con camisas o faldas de flores, ni compartió liturgias de ácido lisérgico. Mi generación se acostó bien alimentada una noche, inmersa en sueños de un futuro prometedor donde el hombre viajaba por el espacio y era capaz de alcanzar objetivos inconmensurables, y se ha despertado una mañana sudando y suplicando para que no le expulsen de su vivienda o de su puesto de trabajo (normalmente las dos cosas a la vez). Se ha despertado en un lugar donde cientos de despiertos homo sapiens que "sapiaban" demasiado se habían dedicado, mientras dormíamos apaciblemente, a desvalijar nuestra despensa repleta de ingenuas ilusiones evadiendo capitales a paraisos fiscales. Mientras nosotros nos rebullíamos bien calientes entre nuestras sábanas, soñando con paraisos diseñados para sustituir a Dios por el Hombre, ellos trajinaban durante su vigilia un presente de maletines a rebosar, de comisiones a repartir y de juntas de accionistas a negociar. Paraisos humanos frente a paraisos fiscales. Siempre ganan los segundos. Nosotros pulsando confiadamente los botones del jostick de la Play Station y ellos apretando los botones de nuestra vida...todos y cada uno de ellos.


Uno cierra los ojos pensando que se despertará con ese olor a café, tostadas y zumo de naranja que le ha preparado un robot casi humano y se despierta con la noticia de que tiene que coger sitio en la cola del paro porque un grupo de individuos ha llenado los maletines más de la cuenta. O lo que es lo mismo, se acostó pensando que la Ruperta del programa "Un, dos, tres" era una broma pesada y hasta graciosa que ocurría muy de vez en cuando y resulta que a casi todos nos espera la insufrible calabaza aunque llevemos años trabajando para conseguir las llaves del piso. Aunque sea en Torrevieja y en séptima línea de playa.

Y quien al leer esto se piense que lo que nos hace falta es despertar, nada más lejos de la realidad. La Humanidad hace siglos que murió. Quizá durante el Renacimiento tuvimos la última oportunidad para Despertar, pero los crucifijos, las capillas y los santurrones que siguen a día de hoy haciendo negocio a base de una fe mal entendida pero muy rentable, se encargaron de darnos la puntilla. Sólo  pueden despertar los vivos, los muertos si acaso sufren algún tipo de movimiento corporal previo al rigor mortis. Y las manifestaciones callejeras y reivindicaciones mediáticas de hoy en día, tanto en Grecia como en Portugal o España no son más que estertores de la agonía humana.

 

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