viernes, 28 de diciembre de 2018

EL FIN DE LOS DÍAS


DÍA CERO: RESPLANDOR

Todo ha sucedido tan rápido que apenas he podido captar con claridad el alcance de los acontecimientos que han conducido a mi especie al límite de su resistencia. Un cegador fogonazo ha recorrido cada célula de mi ser hasta que mi actividad cerebral se ha llegado a paralizar el tiempo suficiente para tomar conciencia de la posible pérdida de cualquier vestigio de vida aparte de la mía.

Días antes de los terribles acontecimientos de hoy, de esa gran guerra contra los alienígenas, las pocas naves dedicadas a la preservación y conservación de la especie que habían sobrevivido durante la batalla, y viendo el cariz que tomaba la extrema situación bélica, me trasladaron a los confines de la galaxia dejándome en un oscuro túnel de un perdido asteroide, con los víveres y medios suficientes para sobrevivir durante algunos años. Sé que a algunos otros congéneres también los habían trasladado a algún otro lugar remoto, con la esperanza de venir a recogernos en el mejor de los casos, o de que tuviéramos la suficiente autonomía para intentar un último intento de supervivencia, en el peor de los casos.

DÍA UNO: EXPERIENCIA SENSORIAL

Tras cientos de generaciones, guerras y luchas fratricidas, la población por fin aprendió a convivir entre sí en total armonía. Tuvieron que pasar innumerables siglos hasta que, tras la casi aniquilación de nuestro planeta natal,  comprendimos que la única vía de salvación era la empatía y no la destrucción; la hermandad y no la venganza; la cooperación y no la competencia. Se perdieron millones de vidas  antes de comprender que el objetivo de nuestra existencia no era el poder ni el dominio sobre los demás, sino la supervivencia en su más digno valor. Como cualquier organismo vivo que funciona como un todo, entendimos que cada una de las partes debía necesariamente comunicarse con las demás para conseguir el objetivo de la existencia: sobrevivir y reproducirse.  Al fin y al cabo, no era difícil entender que no éramos diferentes de otros organismos vivos con los que compartíamos el espacio, y que dichos seres habían llegado a pervivir en el tiempo gracias a no ser depredadores de sí mismos. Nuestra especie sí lo había sido durante siglos, embarcándose en guerras territoriales constantes, cuando no en las grandes guerras globales, y en conducir al planeta hacia una progresiva degeneración; así fue hasta que todas nuestras reservas naturales nos dieron el último y definitivo aviso.

Debido a este obligado cambio en nuestras conciencias, nuestra especie comenzó a experimentar ciertos cambios que se hicieron patentes varias generaciones más tarde. Al no dedicar nuestra existencia a la competencia, sino a la cooperación, nuestra estructura cognitiva, y por ende nuestro cerebro, sufrió paulatinamente ciertos cambios. Los científicos atribuyeron dichos cambios a que las conexiones neuronales, que durante siglos había ocupado nuestras mentes en una lucha constante por sobrevivir, ahora ya no eran necesarias y fueron creándose nuevas conexiones con otros fines. En su lugar se crearon nuevas capacidades cerebrales y la más importante de ellas fue la comunicación entre individuos. En un principio dicha comunicación se plasmó en difusas conexiones telepáticas entre personas de la misma familia o con estrechas relaciones. Poco a poco esa comunicación telepática se amplió a grupos más extensos, llegando un momento en el que ya no era necesario utilizar más lenguaje que el del pensamiento.

Tras varios siglos, este fenómeno llegó hasta el nivel más amplio de comunicación posible: nuestra especie pensaba como un solo individuo y cada individuo pensaba como la totalidad, de tal modo que todos los pensamientos eran sólo uno y todas las decisiones trascendentales estaban unificadas en una única conciencia. A dicho fenómeno le llamamos la Conciencia Global. Gracias a esta conciencia, nuestro cerebro continuó desarrollando nuevas y maravillosas capacidades, de tal modo que el siguiente paso era lógico: explorar nuevos mundos. La tecnología que la especie había desarrollado, gracias a la simplificación de las capacidades cognitivas dedicadas a la supervivencia era, sin embargo, altamente compleja. Libre de ataduras morales y de ambiciones de poder, ya que la cooperación era nuestra única guía,  la especie pudo dedicarse a emplear todos sus conocimientos, almacenados en todos y cada uno de los individuos, en configurar máquinas cada vez más complejas y funcionales. De ahí a que dichas máquinas se combinasen con estructuras biológicas sólo fue un paso. Biología y tecnología fueron asociadas como una unidad inseparable, creando nueva vida y desarrollando nuevas capacidades.

La creencia en los Dioses tardó más de un siglo en llegar a nuestras vidas, pero no como una religión, sino como un acuerdo de unificación que trascendía más allá de la vida física. Libres de aquel atávico sentimiento religioso que durante siglos nos había amarrados y presos de diferentes deidades y que nos mantuvo divididos en aquellos oscuros años de guerras, guerras que en muchas ocasiones eran creadas precisamente por esas diferencias religiosas, entramos en un pensamiento ateo global. Ningún individuo mantenía en su mente ninguna idea de deuda con alguna entidad externa e intangible que no fuese la comunidad.

Pero con el tiempo, un sector de la población fue desarrollando una cierta satisfacción al pensar en algo más allá de la vida física. Al fin y al cabo, cada muerte individual no se sentía como muerte, ya que el pensamiento era un Uno y un Todo al mismo tiempo. La muerte se percibía como si se apagase una bombilla en un árbol de Navidad. Las demás seguían su cometido: mantener iluminado al árbol. Pero el sentimiento de pérdida seguía, en cierto modo, en nuestra psique, así que la creencia en una vida más allá y, por tanto, en unas entidades superiores que acogiesen a nuestros seres queridos, se convirtió en una idea atractiva e inocua. La Conciencia Global no sentía una gran pérdida por la muerte de cada individuo, pero con la creencia en esos seres superiores o dioses, cada individuo guardaba un rescoldo de sentimientos de agradables hacia sus seres desaparecidos.


DÍA DOS: SOLEDAD

Pero en este nuevo día tras mi transporte a este asteroide me pregunto con amargura por qué nos han abandonado los dioses dejándonos encerrados en esta claustrofóbica oscuridad. No siento ningún pensamiento de nuestra Conciencia Global. Intento rastrear cualquier atisbo de comunicación pero no encuentro nada. Es como si ningún congénere hubiese existido jamás.

Siento soledad, algo que no conocía, pero que mi especie guardaba el algún rincón perdido de la Conciencia Global. Y ese sentimiento es atroz y difícil de soportar. ¿Por qué los dioses no se han mostrado cuando más los necesitábamos? ¿Qué puede sustituir a esta Nada que me atormenta?

Es cierto que tengo víveres para sobrevivir, tanto yo como el bebé que estoy esperando. Y que el lugar en el que me han dejado reúne todas las condiciones físicas para aguantar durante años, pero esta soledad se torna en una negrura infinita y no creo que, aunque sobreviviese, llegue a soportarla.
Por más que acudo a toda mi capacidad de comunicación no consigo encontrar ninguna respuesta y termino amodorrada en un interminable sollozo en el que no paro de preguntar ¿hay alguien ahí?


DÍA TRES: BÚSQUEDA
Hace unas diez horas sentí una presencia en el asteroide. Mis perceptores sensoriales captaron vibraciones y movimientos que no dan lugar a dudas: algo se mueve en la superficie del asteroide y no tengo buenos presentimientos. Los contactos que siempre hemos mantenido con otras especies alienígenas han terminado en un alto porcentaje de casos en enfrentamiento. El miedo a lo desconocido es el primer instinto que actúa en cualquier especie. La defensa es el segundo. Y que el ataque es la mejor defensa, no es una reacción exclusiva de una especie, si no el denominador común de aquellas menos evolucionadas. Solamente aquellas especies como la nuestra, que hemos entendido el universo como un lugar de conocimiento y aprendizaje inabarcable, no contamos con ese instinto de defensa automática. Ante cualquier contacto con otra especie exterior, intentamos por todos los medios comunicar nuestras pacíficas intenciones. Solamente cuando detectamos que dicha comunicación es inútil debido a su débil nivel de inteligencia o a sus claras muestras e intenciones de agresividad, es entonces cuando nos replegamos y anteponemos el mantenimiento del estatus quo a cualquier tentación de explorar su mundo por medios violentos, aun sabiendo de nuestra superioridad militar.
Pero algo me dice que lo que se mueve ahí fuera no ha llegado hasta aquí con intenciones exploratorias. Sé que su misión es la búsqueda y que esa búsqueda soy yo. No sé si es un simple depredador o un viajero cuyas capturas son posteriormente recompensadas, pero lo que sea que haya allá afuera tiene como objetivo encontrar lo que viene a buscar porque sabe que se encuentra aquí. Este asteroide es como un guijarro perdido en este infinito universo. Una gota de agua en un océano. Y dentro de esa gota yo soy el único átomo de vida.  Lo que sea que está ahí fuera quiere obtener como recompensa esta mi vida.

DÍA CUATRO: SIN ESPERANZA

Hace rato que el miedo se ha apoderado de mi. Escucho los movimientos de ese ser que se acerca por los pasillos del túnel que conducen hasta mi estancia. Además, mis antenas llevan desde hace un tiempo detectando el calor y las partículas de un ser vivo. Recorro mi oscuro cubículo con mis dos patas inferiores, mientras sujeto con las otras cuatro patas el diminuto capullo de fina membrana con la criatura que se encuentra en estado larvario en su interior. Es imprescindible que este bebé nazca como esperanza de la continuidad de mi especie. Presiento que es nuestra última oportunidad. No sé si otras congéneres mías han logrado sobrevivir, pues éramos pocas el día que nos condujeron a los distintos y recónditos lugares de salvación de la especie. Soy una de las últimas reinas de una estirpe amenazada. Mi articulado abdomen cimbrea y se retuerce nervioso ante una desesperanzadora incertidumbre. En pocos minutos lo que está ahí fuera, ya cerca del lugar en donde mis congéneres me depositaron con un único y desesperado fin, entrará aquí. Entonces serán mis ojos compuestos de varios miles de unidades ópticas, los que descubran la forma de vida que está buscándome.


El final de mi especie es un hecho que mi aterrada mente no quiere aceptar. Acaba de entrar en la estancia el ser perteneciente a una especie alienígena que habíamos encontrado en el universo y que, pese a todos nuestros avances tecnológicos, fue la única capaz de vencernos y exterminarnos. No les provocamos de ningún modo para que ocurriera tal cosa y ninguna de nuestras acciones o reacciones fueron amenazantes. Cuando, en una de nuestras miles de exploraciones espaciales, encontramos su planeta, emitimos una comunicación hacia ellos cargada de connotaciones pacíficas, ya que no conocíamos su lenguaje. Entonces esperamos impacientes una respuesta y esta no se hizo esperar. En dos días, más de un millar de naves llegaron vertiginosamente hasta nuestra nave exploratoria. Sus proyectiles dejaron claras sus intenciones, y aunque nuestra nave no era susceptible de sufrir daños graves, intuimos que habíamos abierto la caja de Pandora. Miles de naves más, partieron de su planeta persiguiéndonos y esas naves ya sí tenían una implacable capacidad destructiva. Sin embargo no utilizaron dicha capacidad para destruirnos. En lugar de ello, rastrearon todo nuestro trayecto y el lugar de origen de nuestra civilización. En pocos meses pudimos comprobar cómo destruían cada una de nuestros planetas y colonias. Nuestra flota estelar se mostró insuficiente para contener tal ataque y entonces el alto mando decidió trasladar a las pocas reinas que éramos a lugares seguros con el fin de apostar por el futuro de nuestra supervivencia.
Bien, este futuro ha llegado a su fin. Mi vida y la de mi progenie están en manos de unos alienígenas. El ser que acaba de entrar en la estancia en donde me encuentro junto a mi bebé, es un Ser Humano.

EPÍLOGO

Informe del comandante Bruce Foreman al alto mando de la base militar en Júpiter:

“La misión encomendada a nuestra flota ha concluido satisfactoriamente. Todas las colonias alienígenas han sido exterminadas. Las reinas de dichas colonias han sido rastreadas y perseguidas hasta sus escondites donde han sido eliminadas. No queda rastro de su civilización, si ello podía llamarse así. El proyecto iniciado hace dos siglos de inculcar en un individuo alienígena la idea de creer en dioses, fue decisivo para evitar que dicha especie evolucionase lo suficiente para haberse convertido en un enemigo imbatible. Si se me permite decirlo, dichos seres se parecían demasiado a las hormigas como para no provocar repulsión. No sólo ha sido una misión, sino un placer. Cuando vuelva a casa repondré los insecticidas.”  







domingo, 13 de diciembre de 2015

Max Norman


Quizá entre los productores de hard & heavy, otros productores tengan más fama y reconocimiento. Ahí están los Martin Birch , Dieter Dierks, Eddie Kramer,  Chris Tsangarides,  Robert John "Mutt" Lange, Bob Rock, etc. Pero durante los años ochenta especialmente, algunos fans del heavy rock sabíamos que en cuanto veíamos aparecer el nombre de Max Norman en la contraportada de un vinilo, estábamos ante un disco que no nos iba a defraudar. Porque si algo caracterizaba a Max Norman era la capacidad para convertir de la nada en joyas a bandas que tras su producción llegarían a su cima compositiva, en el peor de los casos o a su proyección definitiva, en el mejor.  Y la habilidad especial que siempre me atrajo de él, era la de demostrar esa capacidad, especialmente con bandas de segunda división que hasta el momento en que pasaban por sus manos, apenas habían pasado del estado larvario.


Pero vamos a empezar por el principio y ese principio no es otro que nuestro madman favorito: Ozzy Osbourne. Encontrándose grabando su disco debut en solitario, Blizzard Of Ozz, Ozzy no estaba contento con el resultado que estaba obteniendo nada más y nada menos que con Chris Tsangarides a los mandos, y contrató a Max Norman. Bien, ese disco terminó siendo producido por Max y no es necesario explicar hasta dónde llegó el éxito del álbum y sus posteriores Diary Of A Madman y Speak  Of The Devil.  También produjo el disco más afamado de Y & T, Black Tiger, disco que les supuso el despegue definitivo con aquellos temas que todo heavy de pro lleva marcados a fuego en el corazón: Forever, Open Fire, Hell or High Water…

Pero estamos hablando de discos cuyos artistas ya tenían una buena base de ideas como punto de partida.  Lo que impresionaba de este productor era la capacidad de extraer ideas en bandas que nadie conocía o que habían ya grabado algún disco sin una carrera solvente a sus espaldas. Y es ahí donde vamos a centrarnos, mostrando una serie de ejemplos de bandas que dieron el estirón, como se suele decir, cuando pasaron por sus manos. Algunas de esas bandas no llegaron a conseguir nada posteriormente, pero los discos que Max Norman dirigió en sus vidas, hoy pueden considerarse discos de culto. Y fue entre 1985 y 1987 donde esta circunstancia se puede observar con más claridad.
  
El primer disco del que fui consciente de las habilidades de Norman vino de la mano de Loudness. La banda japonesa hasta el momento había facturado algunos discos, pero en el mundo occidental aún era desconocida. No se puede decir que esos primeros discos fuesen mediocres, más bien lo contrario, tenían ya unas cuantas canciones de gran calibre. Con Dissilussion ya estaban encarrilados hacia donde querían dirigirse: un heavy metal potente, rápido y técnico.  En ese disco ya se podía intuir claramente lo que la banda quería gracias a temas brutales como Dream Fantasy, Crazy Doctor, Esper. Y sobre todo, ya utilizaban el inglés como idioma en sus canciones, lo que demostraba que la banda quería sobrepasar sus fronteras. Y gracias a Max Norman y el disco Thunder In The East de 1985 lo consiguieron con creces ya que ese disco marcó un antes y un después en la historia de la banda. El disco no tenía desperdicio pues todos sus temas eran verdaderas obras de orfebrería metálica: Crazy Nights, Like Hell, Heavy Chains, Run For Your Life. Otros dos discos les produjo posteriormente, aunque en uno de ellos, Soldier Of Fortune, ya no estaba su vocalista original, Minoru Niihara.




Savatage fue otra de las bandas de Heavy Metal que pasaron por las mágicas manos de Max Norman, y también fue tras el disco que les produjo, Power Of The Night, cuando la banda empezó su despegue. Es cierto que Savatage ha evolucionado ostensiblemente tras aquel disco, ya que pasaron de un heavy metal potente pero básico  y elemental a unas propuestas más progresivas, llegando a su punto álgido con discos como Hall Of The Mountain King, Gutter Ballet o Streets. Pero aquel Power Of The Night también de 1985, marcó a toda una generación de headbangers porque el sonido que supieron sacar a ese repertorio de canciones es digno de admiración. Ahí tenemos uno de los temas con los que suelen terminar sus conciertos, el tema que da título al disco. Y eso lo dice todo ya que tras aquel disco, la banda ha editado un sinfín de obras maestras.  Además de la canción mencionada podemos disfrutar de otras joyas como la veloz Washed Out, la técnica Hard For Love, los pasajes tenebrosos de Fountain Of Youth  o la potente Warriors, donde John Oliva ya muestra lo mucho que le gusta utilizar intros sinfónicas y esa voz tan particular que puede ir desde el lado más dulce al más salvaje. Y qué decir de la guitarra de su hermano Chris. Ambos constituían un tándem ganador cuyas influencias  podían venir hasta de los mismos Beatles como muestran en todas aquellas baladas que han compuesto. En este disco la también portentosa In The Dreams.


 

Grim Reaper  fue otra banda que pasó por la capilla de Max Norman en 1987 y venían de la legión de bandas nacidas de la NWOBHM, pero que hasta ese momento poco éxito habían obtenido. Si bien tampoco lo consiguieron tras la producción de su Rock You To Hell pues quizá ya estábamos en unos años en los que el Thrash Metal había fagocitado casi toda la escena metálica. Y es que tras ese disco, la banda se disolvió y hasta 2005 no volvimos a saber de ellos como banda, aunque sus miembros si habían participado en otras agrupaciones. Pero aquel Rock You To Hell no te podía dejar indiferente si lo tuyo era el heavy metal que cortaba como cuchillas después de aplastarte con su potente base rítmica, con un cantante, Steve Grimmett, que no dejaba espacio para el descanso o la relajación del oyente.  Y la colección de temas de ese disco es brutal: Rock You To Hell, Waysted Love, Rock Me 'till I Die, Lust for Freedom…



Un año antes de trabajar con Grim Reaper, Max Norman produjo el tercer disco en la efímera pero gloriosa carrera de los estadounidenses Malice. Es cierto que en el nuevo milenio han hecho otro disco, ya sin su prodigioso cantante original, en este revival metálico que vivimos, pero aquel License To Kill es considerado lo último verdaderamente con calidad que hicieron. Ese disco, que bebía directamente de las influencias de Judas Priest, con ese voceras llamado James Neal que bien podría haber sido el sustituto de Rob Halford en la era del impersonator Tim "Ripper" Owens,  junto con el disco inmediatamente anterior, son discos que ningún heavy metal maniac debería dejar pasar a la ligera. Una colección de canciones que cualquier buen gourmet metálico hará que se relama una y otra vez.



Los angelinos Lizzy Borden también pasaron por el “taller” de Max Norman, y todo lo que había sido hasta el momento más o menos una propuesta deslavazada, mezcla de  shock rock y heavy metal, se convirtió de la noche a la mañana en un artefacto que podía competir de tú a tú con los mismísimos Queensrÿche, ya que se acercaban a unas composiciones más concienzudas en las que nada se dejaba al azar.  Los tintes progresivos estaban presentes sin abandonar la rabia con la que ejecutaban un trabajo digno de una banda de alto octanaje. Estamos hablando de su tercer trabajo Visual Lies, Me Against The World, Visual Lies, Voyeur (Im Watching You) o esa maravilla de Eyes Of A Stranger son muestras más que suficientes para considerar este disco como una obra clásica e imperecedera.



Dejaremos para otro momento las producciones de discos de Dangerous Toys, 220 Volt, Megadeth, Dirty Looks, Bangalore Choir o Death Angel. Pero por hoy termino mi más sincero tributo a uno de los más grandes productores de la época dorada del Heavy Rock. 

miércoles, 6 de febrero de 2013


Sátrapa Rompecabezas para una canción perfecta
 
Sumergido en sus particulares y cotidianas obsesiones, Fernando Gail extrae la pizca de iluminación necesaria para vislumbrar lo que la mayoría de los mortales no son capaces ni siquiera de imaginar. Ya sea mediante sus “encuentros” con personajes ya fallecidos y tótems imperecederos del mundo del Rock, ya sea a través de sus alucinógenas vigilias, ya sea inducido por sus indigestos y extraños recuerdos, Fernando Gail iniciará una carrera cuasi patológica y autodestructiva para conseguir su santo grial: el origen real de una canción que se erigió exitosa en la década de los años ochenta pero demasiado sospechosa de ser única muestra de un talento no repetido. Nuestro protagonista hierve mentalmente mientras se hace las siguientes preguntas: ¿El propietario oficial de dicha canción posee también la propiedad artística y real? ¿Alguien se ha apropiado de un éxito que no le corresponde? ¿Quién es el verdadero progenitor de esa canción?

A medida que el protagonista se va sumergiendo en las profundidades de este misterio, su mundo personal se irá derrumbando hasta convertirlo en una copia fantasmagórica de lo que algún día fue. Arañando horas al sueño, encerrado en sus oscuros rincones mentales, entrando en conflicto con él mismo pero especialmente con aquellos que le rodean, empujará su exigua existencia lo suficiente para poder llegar a resolver ese enigma que no le permite vivir con normalidad si ese término alguna vez tuvo sentido para él.

Intrigante relato de Sergio Guillén Barrantes, autor que tras una indudable muestra de su talento escribiendo numerosas obras dedicadas al mundo de la música junto a Andrés Puente, se ha lanzado al género novelesco trasladando la arquitectura literaria de Tom Wolfe y la visión desesperada y al límite con la que Paul Auster dibuja a sus personajes. Qué es real y qué es ficticio es el menor de los retos al que se tiene que enfrentar el lector cuando se sumerja en la lectura de “Sátrapa”. Las oscuras sombras de los recuerdos de Fernando Gail junto con su febril búsqueda de un punto de referencia de la realidad se convierte en la mayor ciénaga de la que el lector luchará por no verse atrapado igual que el protagonista.

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sábado, 2 de febrero de 2013

ADULT ORIENTED ROCK: DEL PASATIEMPO AL FENÓMENO DE MASAS, Y VUELTA A EMPEZAR (SEGUNDA PARTE)


Vamos a darnos otra vueltecita por la corriente más melódica del Rock y rescatar algunas joyas que animaron el panorama rockero de los años `80 y que aún siguen haciéndolo en mi caso.

Streets – “Crimes In Mind” (1985): Steve Walsh fue otro de los que sucumbió (y hasta las trancas, por cierto) a esto del AOR. Con Streets no se si pretendía llegar demasiado lejos fuera de su hogar en Kansas pero facturó dos magníficos discos, a cual mejor. Con este LP, el segundo del binomio, riza el rizo en cuanto a sonido y producción. Las voces, guitarras y los teclados suenan cristalinos, contrastando con la pegada contundente y profunda de la batería. Y este sonido es el que trasladó a Kansas para llevar a cabo “Power” y abandonar cualquier tinte progresivo que tuviesen hasta el momento.

Skagarack – “Skagarack” (1986): Unos daneses que hilaron fino en esto del AOR. Estamos ante aquel primer disco con el que se abrieron un hueco entre los seguidores del Rock melódico; aunque no fue hasta el siguiente, “Hungry For A Game” con el que se destaparon completamente. Pero en su debut ya se puede comprobar la calidad que ofrecen. Lo que sí se percibe, y es algo muy común en la mayoría de bandas europeas melódicas, es que no se ciñen a componer única y exclusivamente piezas de puro y preciosista AOR, como sí hacían en las tierrass del Tío Sam, sino que como se puede comprobar en este disco, modelan temas más intensos, dramáticos y de larga duración como “Damned Woman” o “Victim Of The System” (es decir, en los que se resisten a abandonar totalmente su herencia Heavy). ¿Otra prueba? Escuchad “City Chile” y decidme si los señores Blackmore y Dio no están ahí.

Prophet – "Prophet" (1985): Rock melódico y pseudo sinfónico de alta calidad... o Kansas facturando AOR. De hecho, en su segundo disco (con Russel Arcara de Surgin a las voces) calcan el “Dust In The Wind”, y no les queda nada mal. Excelentes melodías dirigidas por la voz de Dave Fasano, la guitarra de Ken Dubman y los teclados de Joe Zujkowski. "Street Secrets", "Away From You" o "Slow Down" son temas que valen su peso en oro.

Urgent – “Cast The First Stone” (1984): AOR donde los teclados predominan sobre las guitarras (¿algo nuevo?), cuyo guitarrista, Yul Vazquez, formó junto a Danny Malone esa maravillosa banda de finales de los años 80 llamada Diving For Pearls. El disco está producido por Ian Hunter y Mick Ronson, y ofrece un Rock festivo y bailable en donde destacan las pegadizas "Running Back" o " Love Him Or Leave Him" y la balada "Love Can Make You Cry".

Sheriff – “Sheriff” (1982): Dicen que el redescubrimiento del tema "When I'm With You" propició la aparición de Alias, la posterior gran banda de Fred Curci y Steve DeMarchi, formada en 1989. No es para menos; el tema en particular, y el disco en general rebosa calidad. Curci posee una de esas voces que pueden llegar hasta el infinito de los agudos ("Living For A Dream", escuchad eso o morid). El disco alterna sabiamente temas rockeros ("Keeps Me Coming", "Give Me Rock N Roll", "California") con joyas melódicas como la ya nombrada "When I'm With You" o "Elisa".

FM – “Indiscreet” (1986): Esta banda inglesa nacida de las cenizas de Wildlife se propuso competir de igual a igual con el AOR que se hacía en EEUU, es decir, a base de perfectas melodías, coros majestuosos y omnipresentes teclados. No en vano dedican una de sus canciones a las féminas americanas ("American Girls") por si quedaban dudas. "I Belong To The Night" es el tema donde muestran con más claridad que han aprendido todos los trucos del AOR americano. También destacan "That Girl" y la balada "Love Lies Dying". Su posterior disco, "Tough It Out" endulzó aún más la propuesta si cabe.

Shooting Star – “Silent Scream” (1985): Si nos preguntasen por álbumes perfectos de genuino AOR siempre pensaríamos en Journey, Survivor o Foreigner. Pues este disco de Shooting Star es otra de las obras maestras del Adult Oriented Rock a la altura de los grandes. Esta banda ya llevaba a sus espaldas cuatros discos para la publicación de "Silent Scream". Pero fue aquí cuando mostraron su vena más melódica y acertaron de pleno. Temas como "Somewhere In Your Heart" con violines incluidos, "In Her Eyes" con la modulación vocal a lo Steve Perry, o el pegadizo "Heat Of The Night" son algunas de las gemas de un disco perfecto.

Kidd Glove – “Kidd Glove” (1984): Incansable luchador del Rock melódico que noconsiguió alcanzar la primera división. Comenzó su carrera en solitario facturando dos discos de estilos muy diferentes (uno de Hard Rock y otro de música disco). En 1988 viendo que su carrera no alcanzaba las cotas deseadas formó Only Child realizando uno de los mejores discos de AOR de todos los tiempos. Pero antes de eso, en 1984 forma la banda Kidd Glove reclutando a varios músicos de estudio y factura este excelente disco en el que funde acertadamente ritmos bailables con grandes melodías rockeras.

Voodoo X – “Vol.1: The Awakening” (1989): La trayectoria de Jean Beauvoir es curiosa. De sus orígenes como miembro de una de las bandas más apabullantes de Punk Metal, Plasmatics, hasta sus propuestas más melódicas en Crown Of Thorns. Pero antes de Crown Of Thorns y después de algún disco en solitario, navegó en un barco, que aunque no llegó a un buen puerto de ventas sí lo hizo en el de la calidad. “Vol.1: The Awakening”, con la inmaculada y potente producción de Max Norman, es una obra maestra de Rock y Metal melódico donde se encuentran trallazos como "I'm On Fire", preciosos medios tiempos como "A Lover Like You", emotivas baladas como "What Can I Do" o certeros disparos heavies como "The Awakening" (difícil encontrar mejor muestra de equilibrio entre melodía y potencia). Nació en una época donde no existían aún las descargas por Internet por lo que la cegata industria del disco no tiene excusa alguna para explicar el fracaso (ni siquiera fue editado en EEUU).

Sergeant – “Streetwise” (1986): Qué grandes canciones tiene este disco (aunque le falte una buena dosis de producción) y qué desapercibido fue el paso por la escena melódica en los años 80 de esta banda nacida de la desintegración de la Steve Whitney Band. En algunos momentos tienden hacia el Rock festivo de Loverboy (similitudes vocales incluidas), y en otros hacia la serenidad de Wishbone Ash y sus armonías vocales a dúo (“Can't Get Over Loosing You”), pero siempre ofreciendo unas composiciones redondas y emotivas, de esas que te levantan el ánimo durante todo el día.

Alaska – “Heart Of The Storm” (1984): Bernie Marsden, guitarrista de Babe Ruth y de la mayor y mejor parte de la discografía de Whitesnake, formó esta banda entre los años 84 y 86 y dejó facturados dos discos. Ya antes que su jefe Coverdale, el entrañable Bernie intuyó que había que dejar de lado un poco el R&B y adentrarse en eso de los teclados cristalinos y los estribillos más pegadizos que el Super Glue. Este es el primero de los dos discos de Bernie con Alaska (después montó MGM con Neil Murray y Mel Galley) y suena con una limpieza ejemplar, en el que destacan Robert Hawthorn, un excelente cantante sin estridencias, y los teclados de Richard Bailey.

Wildlife – “Wildlife” (1983): Cuando en 1983, Bad Company se disuelve, Simon Kirke entra en Wildlife, banda en la que también participan Philip Soussan (Ozzy Osbourne), Steve y Chris Overland. Estos dos últimos forman la génesis de FM, ese grupo que supo integrar en su flemática piel inglesa las mejores enseñanzas del AOR americano. Pero aquí todavía suenan a británicos por los cuatro costados, con muchos matices en las voces a lo Paul Rodgers.

Airrace – “Shaft Of Light” (1984): Otra de esas joyas ochenteras que no tuvo demasiada repercusión. En este perfecto disco de AOR se encuentra Keith Murrell, conocido por su participación en el final de la trayectoria de Mama's Boys o en su inclusión en el proyecto Phenomena III, y Jason Bonham, quien tuvo aquí su bautismo de fuego. El disco, producido por Beau Hill es un compendio de melodías bailables y pegadizas como "I Don't Care" y perfectas composiciones de AOR como "Didn't Wanna Lose Ya" o "Brief Encounter", cuya intro es la única muestra de balada que tiene el disco.

The Babys – “Broken Heart” (1977): John Waite y el resto de la banda emigraron desde Londres a Los Ángeles para comenzar una exitosa carrera, y pueden ser considerados como pioneros en esta tendencia melódica llamada AOR. Una melodía con violines seguido de una cristalina guitarra acústica y de la cálida voz de Waite inician el disco y nos introducen en una de los temas más zeppelianos del LP, mostrando que todavía no han abandonado las necesarias influencias. Estamos ante uno de los mejores discos no de un estilo, sino del Rock en general. Aquí ya tenemos un hit, "Isn't It Time", acompañado de un maravilloso coro femenino; temas rockeros como "And If You Could See Me Fly" de marcada herencia ufoniana, una preciosa balada nada empalagosa como "The Golden Mile", bocados de puro AOR como "Broken Heart", intimistas baladas como "I'm Falling"... Un disco para degustar tranquilamente, sin prisas.

Pensaba que esta vuelta a los inicios del Adult Oriented Rock me supondría un cierto ejercicio de nostalgia, y que mi reencuentro con esas viejas canciones me dibujarían en muchos casos una mueca despectiva al comprobar el terrible efecto del tiempo sobre unos sonidos y una manera de hacer música muy diferentes, y en cierta manera opuestos, a lo que las tendencias musicales de los años noventa y del nuevo milenio nos han traído. Me he equivocado por completo. No sólo he disfrutado de nuevo con esos viejos discos, sino que les he sacado nuevos placeres. La vitalidad, ingenuidad e inmediatez que impregnan esos LPs cobran mayor valor en estos tiempos en los que los artistas intentan buscar una excesiva trascendencia en sus composiciones, tardando en muchos casos varios años en encontrar conceptos y pulir producciones para sus discos.

Hoy algunas de las bandas de Rock melódico de antaño vuelven a retomar el camino donde lo habían dejado, más calvos, menos briosos e igual de expectantes. Saben a ciencia cierta que los discos que grabaron en esos maravillosos e ingenuos años ochenta siguen estando presentes en una gran parte del corazón de cada fan (más maduro). Y continúan buscando la piedra filosofal para crear música, es decir, el rastreo sin disimulo de un hit por la vía "fácil": una melodía con gancho y un estribillo pegadizo. ¿Dije fácil?

sábado, 19 de enero de 2013


Despiértame...otro día que hoy estoy cansado

Ayer, tras una larga noche de sueños de pesada digestión, me levanté con la certeza de que pertenezco a la generación más torpe de las que ha pisado este planeta, quizá más torpe que aquella que inventó el Grunge, aunque no mucho más.

Recuerdo que cuando me encontraba inmerso en eso de la infancia, metido de lleno en mi excalectric y mis madelman, y viendo que los americanos habían pisado la Luna, imaginaba que el futuro se presentaba inabarcable y lleno de mejoras y adelantos tecnológicos que conducirían a un mundo lleno de posibilidades y mucho más atractivo, aunque fuese estéticamente. Aún no había leído "Un mundo feliz" de Aldous Huxley ni "1984" de George Orwell. Y ni mucho menos sabía nada del universo obsesivo y futurista de Philip K. Dick, ni se había estrenado la película "Blade Runner". Las distopías quedaban fuera de mi alcance; el lado oscuro de la vida aún no entraba en mi paleta cognitiva de colores, así que lo de desear un mundo más igualitario posiblemente me llegaría más tarde, cuando algún profesor medio curilla o algún currilla medio profesor (el orden de los factores no altera la pederastia) , intentaba convencernos al frente de unos pupitres que el Señor de los Cielos vigilaba nuestras adolescentes  y abundantes pajillas. Nunca me han gustado los voyeurs y menos si nos miran desde tan elevadas alturas.



Años más tarde, cuando se estrenó la película "2001, una odisea en el espacio" me convencí de que, en el milenio que estaba por llegar, la tecnología nos permitiría los vuelos espaciales y que cualquier comodidad imaginable estaría a nuestro alcance.

Y aquí estamos, amigos, ya bien metidos en este nuevo milenio, este milenio en el que a los estadounidenses ya les cuesta convencer al mundo de que alguna vez pisaron la Luna, entre otras cosas porque, además de perder una guerra contra amarillos vietnamitas escondidos bajo las raíces de los árboles y comiendo gusanos, van a tener que abandonar Irak dejándolo como un solar. Nuestro Soma está hecho a base del petróleo elaborado con la caza de brujas de destrucción masiva. Todo para que unos tipos vestidos de Armani pero no otros vestidos con túnicas y turbante, se lleven pingües beneficios cada vez que descuelguas el boquerel del surtidor en una gasolinera.

Mi generación no tuvo que luchar contra un dictador, ni contra un facedor de holocaustos, ni disfrutó del verano del amor, ni vivió las privaciones de una posguarra, ni se ilusionó iniciando una reconstrucción tras un enfrentamiento bélico, ni se vistió con camisas o faldas de flores, ni compartió liturgias de ácido lisérgico. Mi generación se acostó bien alimentada una noche, inmersa en sueños de un futuro prometedor donde el hombre viajaba por el espacio y era capaz de alcanzar objetivos inconmensurables, y se ha despertado una mañana sudando y suplicando para que no le expulsen de su vivienda o de su puesto de trabajo (normalmente las dos cosas a la vez). Se ha despertado en un lugar donde cientos de despiertos homo sapiens que "sapiaban" demasiado se habían dedicado, mientras dormíamos apaciblemente, a desvalijar nuestra despensa repleta de ingenuas ilusiones evadiendo capitales a paraisos fiscales. Mientras nosotros nos rebullíamos bien calientes entre nuestras sábanas, soñando con paraisos diseñados para sustituir a Dios por el Hombre, ellos trajinaban durante su vigilia un presente de maletines a rebosar, de comisiones a repartir y de juntas de accionistas a negociar. Paraisos humanos frente a paraisos fiscales. Siempre ganan los segundos. Nosotros pulsando confiadamente los botones del jostick de la Play Station y ellos apretando los botones de nuestra vida...todos y cada uno de ellos.


Uno cierra los ojos pensando que se despertará con ese olor a café, tostadas y zumo de naranja que le ha preparado un robot casi humano y se despierta con la noticia de que tiene que coger sitio en la cola del paro porque un grupo de individuos ha llenado los maletines más de la cuenta. O lo que es lo mismo, se acostó pensando que la Ruperta del programa "Un, dos, tres" era una broma pesada y hasta graciosa que ocurría muy de vez en cuando y resulta que a casi todos nos espera la insufrible calabaza aunque llevemos años trabajando para conseguir las llaves del piso. Aunque sea en Torrevieja y en séptima línea de playa.

Y quien al leer esto se piense que lo que nos hace falta es despertar, nada más lejos de la realidad. La Humanidad hace siglos que murió. Quizá durante el Renacimiento tuvimos la última oportunidad para Despertar, pero los crucifijos, las capillas y los santurrones que siguen a día de hoy haciendo negocio a base de una fe mal entendida pero muy rentable, se encargaron de darnos la puntilla. Sólo  pueden despertar los vivos, los muertos si acaso sufren algún tipo de movimiento corporal previo al rigor mortis. Y las manifestaciones callejeras y reivindicaciones mediáticas de hoy en día, tanto en Grecia como en Portugal o España no son más que estertores de la agonía humana.

 

sábado, 29 de diciembre de 2012



Un  grito al cielo, un grito al sol, un grito para el amor
A toda noche de buen Rock N Roll debe seguirle una buena resaca y toda buena resaca debe ir acompañada de una buena sesión de sofá. A mí me falló la última parte de esta ecuación.  Porque no es de recibo que con una garganta medio afónica y con un cuerpo machacado por decibelios y alcohol te obliguen por la mañana a hacer limpieza en la casa, pero es que mi parienta no entiende de ecuaciones rockeras. Si eres mujer y estás leyendo esto te pido un favor: explícale a mi chica que tras una noche de Rock cualquier médico que no haya terminado el MIR ya es capaz de recetar reposo absoluto.
Ayer noche, en Antequera, unos cuantos privilegiados tuvimos la suerte de vivir una de esas noches en la que el Rock se hace carne. Una  guitarra, un bajo, una batería y una voz, siempre compenetrados,  destilando un orujo de ese que llamamos “casero”, sin aditivos ni edulcorantes, ni nada que intente pisar un terreno ajeno al Rock. Y todo gracias a Origen, esta banda del Sur que acaban de sacar un disco (La Huida) y que pese a las trabas que se encuentra como cualquier banda de Rock en un país de botijo y pandereta, sigue adelante con entusiasmo y como pude comprobar anoche, con una dosis de fuerza digna de grupos que juegan en ligas superiores. 
 
Y como toda auténtica y genuina banda de Rock, mostraron sus credenciales sobre las tablas, mejorando y dando más textura y poder a los sonidos grabados en disco, ese disco que su compañía haría bien en promocionar  “un poco más”(¿cómo es posible que el disco sea difícil de encontrar en una de las mayores tiendas de música de este país y en la misma provincia de donde ellos provienen? Además del problema de las descargas ¿podemos hablar de ceguera empresarial con la música? Va a ser que sí).

 

Al tener un único disco en la calle, una banda siempre se encuentra con el dilema de cómo rellenar el tiempo del directo. Para Origen esto no es ningún problema ya que además de ofrecernos un par de nuevos temas que no aparecen en el disco, saben hacer buen uso de canciones imperecederas que ya están  marcadas a fuego en nuestra memoria colectiva. Así,  además de “Lobo”, “Reina de la carretera”, “Otoño sin ti”, ”La huída”,  “La inconsciencia”, Despiértame”, etc., nos regalaron sendas versiones de Barón Rojo (“Los Rockeros van al infierno”) y Steppenwolf (“Born To Be Wild”) además de incluir hacia el final del concierto y en su meddley particular retazos de U2, Depeche Mode o Rolling Stones.  Con toda esta artillería cualquier batalla ya está ganada de antemano. Si además te encuentras con que el sonido acompaña y con que los miembros de la banda saben conducir su directo hasta el puerto más recóndito de tu alma rockera,  la conquista está asegurada.
 
Les deseo que en 2013 sigan con las mismas ganas. Las mismas ganas le pondré yo.

ADULT ORIENTED ROCK: DEL PASATIEMPO AL FENÓMENO DE MASAS, Y VUELTA A EMPEZAR (PRIMERA PARTE)

Si hubiese que buscar un estilo de Rock realmente denostado a lo largo de la historia musical, ese sin duda sería el llamado AOR, siglas que, al parecer, significan “Adult Oriented Rock". El AOR, también conocido como Rock melódico, siempre ha sido considerado como el fondo light y facilón del catálogo Rock, porque ha sido entendido básicamente como un estilo en el que las reglas son demasiado “sencillas” y siempre encaminadas a engatusar a aquellos fans del Rock que no están por la labor de atragantarse con guitarras saturadas de distorsión, con canciones de largo recorrido o con excesos guerreros de sus vocalistas. Dichas reglas básicas son las siguientes: mucha melodía, estribillos hiperpegadizos, teclados que se adhieren como el chicle y un intento de cuidar al máximo la producción. En cuanto a las letras… mucho love y mucho heart, en todas sus facetas y modalidades: enamoramientos, desengaños, encuentros más o menos tórridos, y en general cualquier historia que trace un camino de ida (o de vuelta), hacia (o desde) la churri de turno, con más o menos lagrimeo del protagonista, o con más o menos abultamiento de su entrepierna.

"Sigo esperándote", "Amor en tus ojos", "No te alejes", "Cayendo por amor", "Desde mi corazón" son algunos de los títulos de canciones más recurridos en este género. Madelaine, Julia, Anna, Kristine, Gina, Elisa, son igualmente algunas de las dulcineas de estos enamoradizos y ardientes muchachos. Del amor libre y comunitario al amor de sábado noche en el asiento trasero del Cadillac. Los sesudos intelectuales del Rock puede que se sonrían de manera condescendiente ante tanto amaneramiento musical y tanto ensalzamiento del amor en el sentido más adolescente del término. Y los seguidores más viscerales de sonidos rudos no encontrarán nada que les atraiga entre tanto teclado y letras ñoñas. En algunos casos razón no les falta a ambos, sobre todo viendo los excesos a los que nos sometieron algunas bandas en los años ochenta, pero borrar de un plumazo el legado que han dejado Journey, Foreigner, Toto, Survivor, Heart y compañía es un despilfarro.

Y de dónde surge esta orientación tan “superficial” del Rock y, sobre todo, quiénes fueron (o siguen siendo) sus demandantes. A finales de los años setenta en EEUU se comienzan a gestar unas tendencias musicales que huyen de las estridencias y se dirigen hacia un público más acomodado y menos disconforme con su situación socio-económica. Era hora de descansar del tenebrismo de Black Sabbath, del energético hippismo de Led Zeppelin y de los excesos instrumentales de Deep Purple, Algunos de los primeros hits que avisan de lo que va a venir son "More Than A Feeling" de Boston, “Hold T he Line” de Toto, “Cold As Ice” de Foreigner, “Isn’t Time” de The Babys o “Show Me The Way” de Peter Frampton. Al mismo tiempo, en Gran Bretaña se comienza a barruntar lo que se conocerá como New Wave Of British Heavy Metal y que supondrá una regeneración y una recuperación de la energía que estaba perdiendo el Hard & Heavy. De las cloacas inglesas asciende una avalancha de bandas que muestran las ganas que los chavales tenían de poner en práctica las ideas que habían aprendido del rapapolvo que el Punk les había inflingido a sus idolatrados dinosaurios. De esta NWOBHM también surgirán nuevos adeptos a la melodía, caso de los Lionheart de Dennis Stratton (ex-Iron Maiden), de los Praying Mantis o de las propuestas más suavizadas de aguerridos metaleros como Saxon con su "Crusader".

Y es que es en los años ochenta cuando el AOR alcanza sus más altas cotas de popularidad y una legión de artistas y bandas se añaden a los ya consagrados. Es la explosión de Bon Jovi, Dare, Survivor, Bryan Adams, Michael Bolton, etc. Y es, por supuesto, la llegada definitiva a la gloria de los grandes nombres que ya llevaban un tiempo en este trayecto: Journey, Styx, Foreigner, Toto, REO Speedwagon,... Tal es el empuje de esta tendencia hacia lo edulcorado del Rock que bandas como Triumph (“The Sports Of Kings"), Kansas (“Power”), Rainbow (“Bent Out Of Shape”), Whitesnake (“1987”), Blackfoot (“Siogo”) o Magnum ("Vigilante"), sucumben a la tentación y, ya que estamos, a los dólares. El auge de este género fue de tal envergadura que no había película americana de acción que no incluyese en su banda sonora una buena carga de Rock melódico. "Eye Of The Tiger" de Survivor en una de las entregas de la saga de Rocky fue uno de los primeros golpes de efecto. Robert Tepper en "Cobra" (otra vez Stallone), Dokken en una de las partes de "Pesadilla en Elm Street". Y prácticamente en todas las películas sobre adolescentes americanos: "Gotcha!" (Giuffria, Joan Jett), "Teachers, Teachers" (38 Special, Night Ranger, Eric Martin), "The Wild Life" (Van Stephenson, Hanover Fist, Van Halen), "Hard To Hold" (Rick Springfield).
De esta manera y durante los primeros ochenta, convivieron, más o menos pacíficamente, las melenas heavy, los mullet melódicos y las crestas punks, y la MTV nos deleitaba prácticamente las veinticuatro horas del día con videoclips de bandas de Rock (pasado paradisíaco en muchos aspectos). Una época mágica que algunos vivimos intensamente. Dejemos la nostalgia a un lado y regresemos al presente. Estamos en el nuevo milenio y parece que las tendencias más melódicas vuelven a figurar en el menú de los comensales rockeros. Agotado ya hace tiempo el Grunge, desbaratado el Nu Metal y puesta en duda la supremacía Indie o alternativa en esto de hacer Rock para adultos, unos cuantos nostálgicos han vuelto a desempolvar sus instrumentos y vuelven a pasearse por nuestros equipos Hi-Fi como si no hubiesen pasado los años. Viejas glorias como Legs Diamond, Jim Peterik y otras no tan viejas como Shy, TNT o Night Ranger vuelven a sacar nuevo material. Y es en este momento de vuelta al pasado cuando os invito a que saquéis vuestros vinilos de sus fundas y disfrutéis de aquellas otras bandas que no llegaron a alcanzar la fama, algunas ni siquiera un reconocimiento mínimo. Ahí vamos.

Barry Goudreau – “Barry Goudreau” (1980): Guitarrista por excelencia en ese gran estandarte del Rock melódico llamado Boston. Militó posteriormente en dos bandas, Orion The Hunter (pariendo un disco superlativo de AOR) y RTZ; pero ya en 1980 se desmarcó un poco de Boston, sobre todo viendo el poco movimiento que el señor Scholz le daba al asunto y el exceso de perfeccionismo a que sometía sus obras, haciendo un disco titulado como su nombre. Y la verdad es que el LP suena a gloria bendita, menos recargado que algunas de las composiciones de Boston, pero manteniendo su espíritu, y más teniendo en cuenta que a las voces continúa Brad Delp.
Lou Gramm – “Long Hard Look” (1989): Entre 1987 y 1989 este inconmensurable vocalista no sabía dónde poner el huevo y se une a algunos culos inquietos para hacer algo fuera de la nave Foreigner. El trabajo elegido es el segundo de esos discos y en él colaboran Peter Wolf (vocalista de J. Geils Band), Vivian Campbell (Dio, Def Leppard) y Dann Huf (Giant). No llega a las cotas de lo que hizo con Foreigner pero mantiene un buen nivel. Se echan en falta algunos de esos riffs de su compañero Mick en Foreigner, pero Lou deja constancia de su capacidad vocal en temas como "Angel With A Dirty Face"," Hangin' On My Hip", o " I'll Know When It's Over".

Icon – “Night Of The Crime” (1985): Lo que nació con la pretensión de ser una superbanda se quedó injustamente en nada, y no precisamente por falta de calidad, que la tienen a raudales. Podrían haber jugado, al menos, en la misma liga que King Kobra porque su propuesta iba por similares derroteros: buenas melodías con potentes guitarras, un vocalista que aunaba fuerza y sensibilidad y grandes canciones. Producción de Eddie Kramer, tonadas comerciales, buena planta de los chicos… pero ahí se acabó todo. Quizá su imagen de hair band confundió al personal. Este disco se encuentra entre los veinticinco mejores álbumes de AOR según la revista Rock Sound. Razones no les faltan.

White Sister – “White Sister” (1984): Otro de esos grupos americanos que deberían haber tenido más suerte, sobre todo viendo cómo se las gastaron en este su debut. Producido por Gregg Giuffria (Angel, Giuffria) y mezclado en la mayoría de temas por Michael Wagener, no facturaban un AOR al uso americano, sino que estaban más "contaminados" por el Hard Rock. Los teclados apoyando a las guitarras con potencia, los temas más trepidantes, las voces más urgentes. Con el siguiente disco se suavizaron un tanto pero aquí dejaron joyas como “Can’t Say No” o “Love Don’t Make It Right”.

Eddie Money – “Can’t Hold Back” (1986): Si escucháis el tema que inicia el disco y no termináis tatareando el estribillo (en el mejor de los casos durante su escucha, en el peor, toda la semana posterior), es que esto del AOR no está hecho para vosotros. Rock melódico al puro estilo americano, sin grandes sobresaltos pero de melodías efectivas. Este policía venido a músico, lo que no consiguió con la porra lo hizo a base de lo más meloso del Rock.

Marchello – “Destiny” (1989): No es exactamente AOR, pero sí un grandísimo exponente de Hard melódico, marcado por la poderosa y virtuosa guitarra de Gene Marchello y por unas composiciones trepidantes en muchos momentos pero siempre melodiosas. Curiosamente la mayoría de los temas no están firmados por Gene sino por su hermano Peppi Marchello, sin ninguna tarea instrumental en el disco. Potencia y melodía en ese justo equilibrio que no debieron abandonar muchas bandas afines. Contiene grandes temas como "Destiny", "Living For #1" o la preciosa balada "Love Begins Again".

Tommy Shaw – “Ambition” (1987): Después de salir de Styx y antes de formar el supergrupo Dawn Yankees, este rubiales hizo tres discos en solitario. El primero de ellos no iba demasiado lejos, le faltaban canciones y sonido. Pero en este tercer LP se nota el apoyo en producción y en tareas compositivas de Terry Thomas. No en vano, este hombre que venía de tocar en Charlie ha producido a Bad company y a Giant entre otros. No hay más que iniciar el disco para ver por dónde van a ir los tiros: temas redondos (en la MTV se puso mucho el vídeo del tema “No Such Thing” donde Tommy ponía los cuernos a una mozuela entrada en carnes, ¡qué malo!), revisión de un tema de Survivor (“Ever Since The World Began”) y excelente sonido.